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Bajo las Luces del Tango: Un Vínculo Intenso y Apasionado en Cada Paso

Foto del escritor: Gonzalo y Mariel TangoGonzalo y Mariel Tango

Un encuentro que comienza con una mirada, se profundiza con un abrazo y alcanza su plenitud en la danza.

Desde el primer abrazo, se forja un vínculo silencioso que define la calidad de la conexión. La cercanía y el tacto se convierten en un lenguaje que no necesita palabras.

Al dar inicio al baile, él marca el ritmo y la energía, mientras ella anticipa sus movimientos, creando un suspense que denota su participación activa y compartida en la danza. Juntos, ocupan y liberan espacios en la pista, interpretando el cuerpo del otro y captando sus emociones: ansiedad, sorpresa, ruego o reserva, en un diálogo secreto de gestos y movimientos.

Aunque parecen fusionarse en uno solo, se reconoce que para bailar tango se necesitan dos. Sin embargo, la pareja por sí sola no basta; en esta celebración, el hombre y la mujer son acompañados por la música, por otras parejas en la pista, por el suelo que vibra con los pasos de los demás bailarines y por la mirada, real o imaginaria, de un público que los respalda y aprueba.

Es un delicado equilibrio de relaciones donde ninguna parte debe imponerse sobre la otra. Aquellos que solo buscan la exhibición traicionan la intimidad del encuentro. Y cuando la experiencia es excepcional, las palabras sobran; se miran casi con timidez, conmovidos o incluso asustados por la profundidad del compromiso mutuo.

foto Luis Di Landro

 
 
 

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