El abrazo, un gesto que va más allá de las palabras, representa un acto de afecto y contención al estrechar entre los brazos a otra persona. En una sociedad cada vez más fría y competitiva, el abrazo se convierte en una necesidad vital para nutrirnos de energía y conectar emocionalmente.
Este gesto es sanador, demostrado por su capacidad para curar y mejorar nuestro bienestar emocional mediante el contacto físico. Al abrazarnos, revitalizamos nuestros sentidos y reafirmamos nuestra humanidad.
Abrazar implica valentía al abrirnos de manera vulnerable, con el riesgo de ser malinterpretados o rechazados. Sin embargo, también fortalece nuestra capacidad de compartir y armoniza nuestros corazones, generando una especie de adicción al afecto y la alegría.
Al igual que la risa, el abrazo es altamente contagioso y esencial para nuestro bienestar emocional. Calma los nervios, alivia las tensiones y fortalece nuestra autoestima, convirtiéndose en la encarnación del amor entre nosotros.
Todos buscamos esos abrazos reconfortantes: de hermanos, amigos, enamorados o padres a hijos. Los abrazos avivan el alma, le otorgan esencia y la llenan de energía positiva.
Quien nunca ha sentido un abrazo verdadero, no ha experimentado la plenitud de la calma y la paz que se alcanza en ese instante mágico en el que las respiraciones se sincronizan.
El alma tiene muchas formas de expresar lo que siente, haz del abrazo una de ellas...
¡Por eso, baila tango y déjate abrazar!
foto Pablo Pedante
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